Ya sabemos que ciertos sonidos, ciertas frecuencias consiguen alterar las ondas cerebrales para llevarnos a estados alpha o theta, parecido al de la meditación o de la ensoñación. Los chamanes utilizaban ciertos ritmos o cantos para ello. Les llamaban cantos de sanación, muestra de ello son los ícaros, que a veces utilizo en estas terapias grupales.
Durante los conciertos simulamos ese estado alfa (de relax, equilibrio, conexión cuerpo-mente) o theta (meditación o primeras fases del sueño) también a través del sonido.
Los cuencos tibetanos tienen la ventaja de que cada uno de ellos tiene dos tonos, formando, lo que se conoce musicalmente como una 5ª, que es la distancia que se utiliza con diapasones para alterar las ondas de nuestro cerebro. La 5ª tb es el armónico, despues de la 8ª, que más se repite en la serie armónica de un tono. Para afinar un piano empezamos por 5ª, igual que está afinado un violín, una viola, un cello, el bajo o contrabajo lo hace por 4ª que son 5ª invertidas...sólo hay que cantar esa 5ª para sentir su plenitud, su sostén, su anclaje...
Además de los cuencos tibetanos en mis conciertos utilizo otros instrumentos como el tambor oceánico, caxixi y otros que simulan el agua, que era el elemento que los chamanes usaban para llamar al alma del paciente.
Otras veces un djembé o algun otro tambor, un ritmo, que por supuesto también usaban antiguas civilizaciones para entrar en trance.
Uso tambien mi amado contrabajo, sólo o acompañado de la voz, sentir sus vibraciones, sobre todo cuando el suelo es de madera te transporta. Tambien un teclado, para que su melodía y armonía nos muevan emocionalmente, ya sea creando tensión o sosiego. Y otros muchos como un timpanín, una quena, la guitarra..haciéndolos sonar siempre con una intencionalidad.
Me gusta terminar mis conciertos con los cuencos de cuarzo, cantando con ellos, creando disonancias y consonancias porque su sonido es muy potente, envuelve, lo abarca todo, traspasa...
Los conciertos se realizan con la gente tumbada porque en algún momento se coloca un cuencos sobre cada uno de los asistentes de manera intuitiva o causal y al terminar hablamos de nuestras experiencias durante el mismo, sensaciones físicas, emocionales...explicamos y comprendemos por qué ese cuencos determinado a llegado a nosotros.
Por todo esto siempre presento mis conciertos como "un viaje a nuestro interior a través del sonido"
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